viernes, diciembre 03, 2004

EL DIA MAS IMPORTANTE (PERO QUE DIA!)

Hola a todos:

Ya estamos en Kiev. Estamos en un apartamento en plena Plaza de la Independencia. Sí, la que se ve en las noticias con toda la peña de manifa. Aunque mañana nos cambiamos a otro apartamento, porque éste es más pequeño que el otro y no tiene lavadora; Victoria dice que además tendremos mucho jaleo, pero ahora ni se nota, porque la habitación da a Santa Sofía, y Oksana y Luis están durmiendo a pierna suelta aunque son las doce y media del mediodía, y suponemos que habrá más jaleo ahora que a media noche.

Pues bien. Ayer fue un día importantísimo en nuestras vidas. De una vez por todas íbamos a ser padres. Nosotros ya nos sentíamos padres de Oksana, está claro, pero después del juicio sería legalmente nuestra y ya nadie nos la podría quitar.

El día anterior, el lunes, nos avisó Victoria para decirnos que ella no podía venir pero que mandaba a otra chica, que sabía español, y que sabía cómo iba todo. Llegó sobre las 21:15 al hotel de Luhansk, y le acompañamos al supermercado a comprar algo para desayunar al día siguiente y luego fuimos a cenar. Tuvimos que buscar otro chófer que estuviera con nosotros todo el día siguiente, porque a Andrey, el yerno de la Inspectora, nuestro chófer habitual, se le había estropeado el coche Nos acostamos un poco tarde porque cuando llegamos tuvimos que hacer las maletas. Teníamos que dejar todo preparado porque nos íbamos de Luhansk, una vez que terminara el juicio y preparásemos todos los papeles para irnos con Oksana.

A las 08:00 de la mañana salimos del hotel. Ha estado nevado toda la noche, y continua haciéndolo copiosamente. Teníamos que comprar un ramo de flores y un perfume de regalo para la Directora del orfanato. Nosotros ya le habíamos comprado una caja de bombones, y otras tantas más para las cuidadoras de Oksana. Pasamos a recoger a la Inspectora, pues ella también tenía que estar presente en el Juicio. La señora tardó un poquito. El Juicio era a las 09:00 de la mañana, éramos los primeros; la señora bajó a menos cinco pasadas. Llegamos a tiempo, porque el Juez no había llegado aún. Llegó sobre las 09:20 Ya nos habían dicho los otros españoles (Ana y Francisco) que han adoptado otro niño (Ramón) en el mismo orfanato que Oksana, que el Juzgado era todo un poema. Pero esto es una oda a la belleza en toda regla. ¡Dios de mi vida!, ¡qué sitio!, en mi vida había visto algo así por dentro. Teníamos que esperar en una especie de descansillo, en el que hacía un frío de muerte, había goteras, unas sillas para esperar (bien camufladas entre muebles rotos, con los que casi se desmorra la Inspectora). No tengo palabras para definir exactamente el lugar, porque, para nuestra desgracia, a lo largo del día íbamos a ver muchos lugares semejantes o peores, todavía. Mientras esperábamos, la traductora me enseñaba fotos en su móvil de su gato. La traductora tendrá 25 años, y es más niña que ni sé. Luis y yo nos miramos pensando en qué manos estamos.

A las 09:30 entramos. Un primer despacho enano con tres personas y, creo que tres mesas, (¿o sólo eran tres sillas?) hacinadas, bien prietitas ellas (me imagino que para no pasar frío), no sé si trabajaban, comían, ambas cosas a la vez, se reían, o qué demonios estaban haciendo. Pasamos a la gran sala. ¡Oh, qué chasco! es el despacho del Juez, y ¡qué despacho!; el papel de las paredes era indescriptible, una tuberías bien a la vista, rotas, oxidadas; el suelo debía ser de arena (como el de mi oficina), pero se les había olvidado alisarlo, porque tenía unas dunas considerables; el espacio era reducidito también. Estaban sentados el Juez, en la mesa principal, y la Inspectora en un aledaño de la misma mesa. La Inspectora estaba sentada con abrigo, nuestra traductora tampoco se lo quitó, así que nosotros seguimos con él puesto. Nos sentamos los tres enfrente del Juez. Un señor regordito, con la cara de cerdito, un poco rosa. Iba muy elegante con el traje negro (como de enterrador) y la corbata plata y negra (creo que era la de su boda).

Empieza a leer datos. Nuestra traductora nos traduce como puede. El español que se suponía que hablaba no era tal. Habla perfectamente el Italiano, con lo cual, se perdía un poco, y gracias a que yo chapurreo un poco de italiano, y le ayudaba a ella con algunas palabras (pero claro, no tenía la cabeza como para pensar en italiano). Dice datos de la niña, el informe de la Directora del orfanato… Nos pregunta a ver de qué trabajamos, cuál es nuestro sueldo, bruto, neto, por individual, en conjunto, a ver cómo era nuestra casa, (vamos, parecía el Un, Dos Tres). Luego nos dijo que la niña hasta los 18 años tendría nacionalidad ucraniana y que a esa edad, ella elegiría si quería seguir siendo ucraniana o bien española o la que ella quisiera (como si uno pudiese comprar la nacionalidad que quiere cuando quiere). Que para darnos la sentencia inmediata hacía falta un certificado médico que no tenía. Por poco nos da un soponcio a Luis y a mí; pero la Inspectora dijo que no pasaba nada, que ella se encargaba de traerlo. Nos dijo que le parecíamos muy simpáticos y que creía que la niña iba a estar muy bien con nosotros, la Inspectora lo corroboró. Y c’est fini!. Nos dijeron que nos fuéramos, que les esperásemos abajo. Dimos las gracias al Juez y la Inspectora. Salimos por el despacho cutre con los hacinados, sin darnos mucha cuenta de que ya éramos padres. En el descansillo horrible-sala de espera nos felicitamos mutuamente. Son las 09:50.

De ahí, a llevar a la Inspectora a que preparara el papel del certificado médico. Nosotros al orfanato a recoger a Oksana para llevarle a hacer las fotos para el pasaporte. Hacemos la entrega de regalos, pero no nos despedimos de nadie oficialmente, porque luego, una vez hechas las fotos, volvemos a dejar a la niña para seguir haciendo papeles.

Son las 10:15 nos vamos con Oksana que, como es su hora, se va durmiendo. Intentamos por todos los medios que no se duerma, pero la pobre cuando tiene sueño no puede remediarlo. Llegamos a la tienda de fotos y conseguimos, después de varios intentos, que no se duerma y se las hagan.

Vuelta al orfanato a dejar a la niña.

Otra vez a por la Inspectora. Vuelta al Juzgado a dejar el certificado. Vuelta a dejar a la Inspectora. Tenemos que llevar a una americana monoparental y a su facilitadora hasta el hotel (todavía no sabemos por qué se metieron en nuestro coche, nadie nos ha dado una explicación). Corroboramos con la traductora que nos va a dar tiempo a hacer todos los papeles, porque nos vamos a la tarde, a las 18:00, en el avión de Donetsk, con lo que tenemos que salir de Luhansk a las 15:30 como tarde con la nevada que esta cayendo. Sí, sí nos da tiempo.

Dejamos a las americanas en el hotel, nos vamos a cambiar la partida de nacimiento de Oksana. Son las 12:30. El Registro Civil está cerrado, es la hora de comer. Nos vamos a la Notaría que está en la otra punta de la ciudad (hay Notarías cada dos pasos, y no vamos a la del otro día de Victoria, que tiene ya todos nuestros datos), llegamos y cerrada por obras. Como ya ha pasado media hora larga, de un sitio a otro, nos volvemos para el Registro que ya han terminado de comer. A esperar. El sitio era mejor que el Juzgado pero digno de ver, además estaba adornado con fotos de paisanos de Luhansk que se habían casado en ese Registro, y Dios santo, qué valor casarse de esa guisa, y encima tener el coraje de hacerse fotos y enseñarlas al pueblo llano. Por lo menos, en esa espera nos estuvimos riendo un rato. Vuelta a la Notaría, esta vez sí que vamos a la del otro día. Estupendo, porque anteriormente habíamos pasado por ahí un montón de veces. Entrar en esa Notaría me revuelve el estómago. Está muy bien por dentro, pero la Notaria tiene un gato, y huele que apesta. La Notaria, Larissa, es muy elegantosa, toda vestida de leopardo con su minifalda y sus botitas de tacón, pero es muy maja. Estamos ahí un buen rato, porque la ayudante de la secretaria tiene que escribir a mano en el Registro.

Salimos. Ya son las 14:00. Queremos confirmar con la traductora que nos da tiempo. Nos dice tan campante que se teme que no. Nosotros con los pelos de punta ¿Cómo que no?, pues no, porque todavía queda llevar la partida de nacimiento a legalizar al Ayuntamiento, de ahí otra vez a la Notaría, y luego a hacer el pasaporte, y el pasaporte, como poco tarda hora y media. Le decimos, “pues no sabemos en tu pueblo, pero en el nuestro, obviamente, no da tiempo”. Así que nos hacemos a la idea de pasar otra noche en esta bonita ciudad, (¡qué bajón!), y salimos en avión desde Luhansk a las 7 de la mañana al día siguiente. ¡Qué le vamos a hacer!. Vamos al Ayuntamiento, entramos por una puerta, no por ahí no es, hay que coger un papel en otro sitio para poder entrar; corriendo entre la nieve y el hielo, a punto de rompernos la crisma. Cogemos el papel, que amablemente ha rellenado una ancianita con toda su parsimonia, vuelta a la pista de patinaje. Ahora el policía sí que nos deja entrar, entramos, salimos por otra puerta, llegamos a un pasillo del tipo del Juzgado, con un frío que no veas. La puerta por la que debíamos entrar está cerrada, la doñita está en la de al lado tomando un café. Cuando termina se pasa a su despacho. Esperamos, vuelta al laberinto para volver a la pista de hielo. Vuelta al coche. De ahí, a la Notaría. Nada, a otra Notaría, se le ha estropeado la fotocopiadora. Nosotros estamos atacados de los nervios. Son las 15:30, estamos sin comer, es de noche, sigue nevando y a las 17:00 cierran el sitio de los pasaportes. Si no nos da tiempo, igual tampoco podemos salir en el vuelo de primera hora, tendríamos que ir a Donetsk, sobre las doce o la una del mediodía, con lo cual no llegaríamos hasta última hora de la tarde a Kiev, perdiendo un día para entregar la carta para la nueva cita para el niño en el Centro de Adopciones. Vamos al sitio de los pasaportes, cogemos un papel, tenemos que llevar ese papel a otro sitio, en la otra punta de la ciudad, para que nos den otro papel, así, sin exagerar hasta 10 veces para conseguir todos los papeles del pasaporte. Pero primero tenemos que ingresar el dinero, justificante de pago del pasaporte, en un banco. Entramos a las 16:50, el pesado que está delante no termina. Cuando nos toca son las 17:00 y nos cierran la ventanilla delante de las narices. ¡Mierda!, ¡mierda! y ¡mierda!. Corriendo a la otra punta al primer sitio de los pasaportes, para ver si podemos hacer algo. Un chico gordito se viene con nosotros en el coche con un montón de papeles. No nos dicen ni media, y nos enteramos de menos aún. Vamos buscando bancos que no cierran hasta las 18:00. Encontramos uno. ¡Lo conseguimos!. Se bajan la traductora y Luis con el gordito, me quedo yo en el coche con la choferesa. Creo que me voy a congelar, me quedo medio dormida, desde las siete de la mañana no he comido ni bebido nada, hace un frío terrible, y no deja de nevar. La espera se me hace interminable. Cuando llegan, por fin tenemos el pasaporte de la niña, el gordito se ha enrollado y nos lo ha hecho. Son las siete pasadas, tenemos que ir a reservar habitación de hotel (sólo falta que tengamos que dormir en la calle, con lo bueno que hace), y de allí a comprar los billetes de avión, la agencia cierra a las ocho. Esperemos que acepten VISA en la agencia, no hemos cambiado más grivnas, pensando que no íbamos a dormir en Luhansk, no nos ha dado tiempo a ir a los sitios de cambio y el hotel tienes que pagar en metálico. El hotel ya está reservado, nos dan la misma habitación que hemos dejado. Subimos las maletas, nos entra una duda ¿habrán cambiado las sábanas?, yo le digo a Luis que sí, hombre, cómo no, Luis dice que no y…………. Pues no, señoras y señores, Luis tiene razón (no siempre la tiene, pero ahí sí) eran las mismas sábanas que habíamos dejado nosotros esa mañana. Por suerte, que era la misma habitación, pero claro, el primer día que llegamos a saber quién había dormido en ellas, ¡qué asco!, pero no estamos para miramientos de ese estilo. Vamos a la agencia de viajes. No aceptan VISA, ni pago en euros ni dólar. Recopilamos todo lo que tenemos. En la agencia sólo pueden hacer tres billetes, nos habían llamado Pep y Ester para decirnos que ellos se venían a Luhansk para dormir y coger el mismo avión que nosotros, pero no lo hemos podido hacer, pues al no tener el pasaporte de ellos es totalmente imposible y lo tendrán que hacer al día siguiente en el mismo aeropuerto. Yo vuelvo al hotel con la choferesa a por más dinero. De los tres ascensores, sólo funcionaban dos, el primer día. Hoy ya sólo uno. Subo después de cinco minutos esperando. Cojo el dinero, vuelvo al ascensor. Se va acumulando gente, llega el ascensor lleno de gente no cabemos, voy por la escalera, bajo cuatro pisos, pero no se puede bajar más, está cerrado con una verja. ¡Bravo! si hay un incendio, morimos todos abrasados. Vuelta al ascensor. No hay otra forma de llegar al hall. Después de esperar veinte minutos, consigo llegar. Me monto en el coche y a la agencia. Por suerte, en este país son más lentos que el caballo del malo, así que cuando llego están haciendo todavía los billetes. Salimos a las ocho y media. Vamos a buscar un restaurante que acepte VISA, euros o dólar. Nada. Por fin, hemos ido al Texas, el restaurante que ha sido nuestra salvación el resto de días, y después de negociar Luis, nos aceptaban el pago en dólares. Por fin nos sentábamos en un sitio caliente, y a comer… Son las nueve menos diez. A las diez menos cuarto, vamos al orfanato a por Oksana. Nos abren la verja. Subimos a por ella. La sacan dormidita, ¡lleva chupete!, le empiezan a vestir, la pobre tiene que estar alucinada. Le ponen el pijama que he llevado, el buzo de nieve y el gorro con orejeras con el que está para comérsela. Nos despedimos de las dos cuidadoras de noche, y del médico que está de guardia. Firmamos el papel diciendo que la sacamos. Nos la llevamos a la pobrecita con una carita… Siento profundamente que no se pueda despedir en condiciones de sus compañeros y, sobre todo, de las cuidadoras. Parece como si la estuviésemos raptando. Parece una película, nevando, con la niña en brazos, la pobrecita con una carita de susto, de miedo y medio dormida. Nos metemos en el coche y al hotel. Le digo que se despida de la que ha sido su casa y su mundo hasta ahora.

A partir de este momento, empezamos una nueva vida los tres juntos. Y vamos a buscar a tu hermano, que, también, nos está esperando en algún lugar de Ucrania.

En el coche se queda dormida. Llegamos al hotel. Vemos a Pep y Ester que ya están en la habitación con Kerall. Subimos a nuestra habitación. Cuando le ponemos encima de la cama para quitarle el buzo, la pobre se pone a llorar, yo creo que se siente desorientada. Pero bueno, se queda dormidita cantándole y teniéndola en brazos. Se mete Luis en la cama y le ponemos encima de la tripa de Luis, se queda toda recostadita, como un peluche y se duerme. La ponemos en medio de los dos. Ha dormido desde las once y media hasta las cinco y media de un tirón, se ha despertado un par de veces como con pesadillas, pero enseguida se le pasaban. Cuando la hemos despertado también ha llorado un poco, porque estaba desorientada, pero al ver su ropa nueva, la muy presumida de ella, se ha puesto toda contenta. Hemos bajado con todas las maletas, Luis con ella en la mochila y para el aeropuerto.

El aeropuerto de Luhansk es el aeropuerto más quintomundista que os podáis imaginar. El mostrador de facturación con las azafatas con abrigo y gorros de piel, y con una edad avanzada. Las tarjetas de embarque son reutilizables. Pasamos el primer control de policía. Luego viene el segundo y a los españoles nos hacen abrir todas las maletas. Estaba la coronel Krakova (debe ser pariente de la Directora del Centro) diciendo que a abrir todo, con la niña en la mochila, todos llenos de maletones… en fin, ¡qué le vamos a hacer!. Nos montamos en el avión, de hélices, atravesando la pista toda nevada. En el avión los números de asiento están escritos a mano. Bueno, todo el avión es otro poema. Éste es el país de los poetas.

Oksana ha hecho muy bien el viaje, se ha comido un plátano entero y un par de galletas, y después se ha dormido. A las nueve hemos llegado a Kiev. ¡Por fin! ¡qué ganas teníamos!. Hemos venido al apartamento.

Oksana ha dormido, luego ha comido fenomenal, pero la pobre hay momentos que se siente insegura, y lo único que quiere es que le abracemos, no quiere quedarse sola, pero hace un amago de llorar, pero luego se canta a sí misma su canción, se agarra a alguno de nosotros y se queda tranquila. Es un cielo. Pero se nota que la pobrecilla se siente como perdida. Será cuestión de tiempo, pero a la pobre le queda un poco de descentre todavía hasta que encontremos a su hermano.

Bueno, os dejo, porque ahora tenemos que salir con la enana a comprar algo. A partir de ahora, no podré escribir tanto, pero lo intentaré, de verdad.

Oksana os manda un beso muy fuerte. Nosotros también. No os podéis imaginar las ganas que tenemos de volver a casa. No vemos el momento.

Mañana presentaremos la carta para el niño y a ver si van deprisa las cosas.

Un beso enorme.

P.D.- Al final, ayer no pudimos ir a Internet. A parte de estar agotados, fuimos un momento al restaurante español donde habíamos quedado con el grupo de españoles con los que coincidimos los primeros días. Todos estábamos con nuestras hijas, Eugenia, Mª Pepa y Ele; Elena, Leni y Víctor; Kerall, Ester y Pep; Cristina, Mª Rosa y Antonio. La mayoría se han ido enseguida, porque algunos, tenían que preparar todo para irse mañana. Nos hemos quedado los de siempre, Ester, Pep, nosotros y las niñas (claro). Hemos pedido pan con tomate y jamón, y no os podéis imaginar cómo lo comía la condenada de Oksana. El jamón, era todo el rato “ma, ma” (más, más), luego le he puesto pan untado con tomate, y la tía se relamía y, al final, ha terminado comiéndose el tomate a cucharadas. Luis está contentísimo porque le hemos dado queso a probar y no le ha gustado, aunque al final ha comido un trozo (ésta se come a Lázaro, si se lo ponemos).

Visto lo visto, no esperéis todos los días crónicas, ni que éstas sean muy largas. Ahora con Oksana no paramos, y si encima tenemos que andar de un lado para otro, ya ni os cuento.

Parece que las cosas por aquí, en el terreno político, se empiezan a arreglar, a ver si, con un poco de suerte, termina todo bien, y se va toda esta pobre gente para sus casas.

Un beso enorme,(bis)

Oksana, Susana y Luis


Oksana, Tanya y Ramon


Oksana con papa